Oropeles
Centro Municipal de Exposiciones,
Subte. Montevideo.
18.12. 6 / 19. 2. 17
En el inicio fue el verbo
Romina Slavich prepara un campo de acciones en la que el espectador debe ser cómplice para comprender cómo los gestos y la poética de su imagen transcurren en el devenir temporal de la obra.
Parte de su búsqueda consiste en encontrar sentido a la manipulación de la materia para poder pensar lo efímero. El acto creativo está dado por comprender que el conflicto es una toma de posición, es un lugar que debe ser explorado para dimensionar las zonas en las que el poder actúa en todas sus estrategias y dimensiones, tal es el caso de la fragmentación de las tierras a través de los mapas, de las cartografías que ya hablan de una superficie en parte ficticia, que se divide y multiplica, una y otra vez.
Esto se conecta con la realidad de su familia, que proviene de Europa del este de lo que fuera Yugoslavia, país que desapareció y cuyos habitantes un día despertaron en un vacío irreconocible. Territorio que la artista también recorre, en un borde, en las memorias de su infancia. Una imagen extraída de un libro de la segunda guerra mundial es el punto de partida para una animación en donde se toma entre las manos una granada, que gira sobre sí con la inminente consecuencia.
A través de ese escenario la artista se abre paso para acceder a las memorias cruzadas entre el acontecimiento y la acción que se hace presente. En sus propias palabras:
“Exploro gestos y conductas para evidenciar los actos inherentes al ser humano, poniendo de manifiesto la mirada del espectador para unir las piezas dispersas sobre las imágenes construidas por azar ó planificación, que enuncian los límites de control y abusos de poder a través de la historia. Generando nuevos contornos y reconfiguraciones"
El oro blanco y el oro puro
En este recorrido presenta otra animación que sirve como detonante: la liviandad de un copo de azúcar. Ese volumen que para un niño es acceder a la inmensidad precaria y efímera, enfrentándolo a su frustración, muestra que el azúcar se derrite al instante. Una zona de tensión entre la inmediatez y el fin entre dos radicalidades.
Una video performance también forma parte fundamental de este recorrido, en donde su cuerpo entra en escena nuevamente, reúne las partes de todos sus hallazgos extraídos de un mundo simbólico y real, y los manipula, a la vez que el gesto de su cuerpo rebela las formas de empoderamiento y reconstrucción del poder del relato.
De la expansión o de la contracción de estas zonas que pertenecen al lugar de conocimiento, a las formas en las que se lo produce, el cuerpo de la artista es un instrumento que se pronuncia contra el sentido enciclopedista de la historia.
Propone asir la materia que evoca el como si del poder, en este caso el uso del oro en pigmentos, que Slavich sopla sobre sus manos hasta llegar a una reconfiguración del plano en donde se mezcla en un tiempo líquido. En esa secuencia global de incertidumbres la artista juega a apropiarse de un punto de fuga (o de varios) que son en definitiva algo muchas veces descontextualizado: la tierra y la cartografía como dos grandes abstracciones que forman parte del juego especulativo de los conflictos.
Oropeles
Este oro que no lo es pero puede serlo, este resultado de blasones de oropel como la gloria de guerras que son todo menos gloriosas son los sentidos que sobrevuelan la muestra individual de Romina Slavich.
Esta secuencia conceptual de breves eventos juega en el borde que el filósofo Didi Huberman afirma en relación al rol de los artistas como: la potencia misma de su imaginación y de su pensamiento. Con su diccionario mágico, proveedor de imágenes, de significantes que evocan el sentido primario e inocente de las formas eruditas propias del lenguaje visual, la artista logra un estado de libertad radical, que es munido por la entrega incondicional para encontrar caminos que comuniquen con sentidos amplios del encuentro, superando las guerras, los territorios y la falsedad con poesía.
Jacqueline Lacasa
Curadora
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In the beginning was the verb
Romina Slavich prepares a field of actions in which the viewer must be an accomplice to understand how the gestures and the poetics of his image take place in the temporal evolution of the work. Part of their search is to find meaning in the manipulation of matter in order to think about the ephemeral. The creative act is given by understanding that the conflict is a position taking, it is a place that must be explored to size the areas in which the power acts in all its strategies and dimensions, such is the case of land fragmentation through maps, cartographies that already speak of a partially fictional surface, which is divided and multiplied, again and again. This connects with the reality of his family, which comes from Eastern Europe of what was Yugoslavia, a country that disappeared and whose inhabitants one day woke up in an unrecognizable void. Territory that the artist also travels, on an edge, in the memories of her childhood. An image taken from a book of the Second World War is the starting point for an animation in which a grenade is held in its hands, which turns on itself with the imminent consequence. Through this scenario, the artist makes her way to access the crossed memories between the event and the action that is present. In his own words: "I explore gestures and behaviors to demonstrate the inherent actions of the human being, highlighting the spectator's gaze to unite the scattered pieces on the images constructed by chance or planning, which enunciate the limits of control and abuses of power throughout history. . Generating new contours and reconfigurations¨.
White gold and pure gold On this tour he presents another animation that serves as a trigger: the lightness of a sugar flake. That volume that for a child is access to the precarious and ephemeral immensity, facing his frustration, shows that the sugar melts at the moment. A zone of tension between immediacy and the end between two radicals. A video performance is also a fundamental part of this journey, where his body enters the scene again, gathers the parts of all his findings extracted from a symbolic and real world, and manipulates them, while the gesture of his body reveals the forms of empowerment and reconstruction of the power of the story. From the expansion or contraction of these areas that belong to the place of knowledge, to the forms in which it is produced, the body of the artist is an instrument that is pronounced against the encyclopedic sense of history. He proposes to grasp the matter that evokes it as if of power, in this case the use of gold in pigments, which Slavich blows on his hands until he reaches a reconfiguration of the plane where he mixes in a liquid time. In this global sequence of uncertainties the artist plays to appropriate a vanishing point (or several) that are ultimately something decontextualized many times: land and cartography as two great abstractions that are part of the speculative game of conflicts.
Oropeles This gold that is not but can be, this result of tinsel blazons as the glory of wars that are anything but glorious are the senses that fly over the individual show of Romina Slavich. This conceptual sequence of brief events plays on the edge that the philosopher Didi Huberman affirms in relation to the role of artists as: the very power of their imagination and their thinking. With her magical dictionary, provider of images, of signifiers that evoke the primary and innocent sense of the erudite forms of visual language, the artist achieves a radical state of freedom, which is imbued with unconditional dedication to find paths that communicate with senses wide of the meeting, overcoming wars, territories and falsehood with poetry.
Jacqueline Lacasa
Curator